martes, 11 de mayo de 2010

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Hacía sol, sonreíamos mientras caminábamos de la mano. El mar estaba tan precioso como siempre. Bajamos a la playa con más piedras del mundo. Me descalcé, mojé los pies, y caminé por todas las piedras. Pegué saltitos en el agua, pedí algún deseo en silencio. Te miré, te besé, olías a sal y estabas más bonito que nunca sentado en aquella piedra. Fui la más feliz del mundo. Tomé un helado de yogurt, y al llegar a casa olías tanto a mar que yo sólo quise ser una ola.. y lo fui, vaya si lo fui. Desde entonces el mar está más bonito que nunca.









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